miércoles, 22 de octubre de 2014


Cuando uno les pregunta a los adolescentes...

¿cuáles son las razones por las cuales ellos toman?

- se escucha este tipo de respuestas mayoritarias:

“Para des inhibirme.”
“Para divertirme más.”
“Porque todos toman.”
“Para animarme a encarar a un/a chico/a.”
“Para olvidarme de los problemas.”
“Porque estoy limitado toda la semana y el fin de semana puedo descontrolar.”
Y otras minoritarias, aunque igualmente significativas:
“Porque no quiero crecer.”
“Porque me desata para pelearme y descargar.”
“Porque así siento menos el dolor.”
Analizando estas respuestas, puede arribarse a muchas conclusiones: todas tienen una clara conexión con aspectos colectivos negativos indirectamente ensalzados en nuestra sociedad.
En una sociedad que no valora el esfuerzo, yo, adolescente, tomo, porque así me resulta más fácil conseguir lo que quiero. En una sociedad que no acepta los límites, tomo para descontrolarme. En una sociedad que no valora la responsabilidad personal, tomo “hasta quebrar, total después un amigo me lleva a casa”. En una sociedad superficial, tomo, para sentirme lindo y agradable ante los demás. En una sociedad intolerante, tomo, porque así puedo pelearme con cualquiera. En una sociedad sin comunicación verdadera, tomo, porque me anima a hablarle al otro. En una sociedad sin afecto sincero, tomo, porque todos lo hacen y de ese modo me siento reconocido, aceptado, querido. En una sociedad líquida y sin contenido, tomo y me lleno de líquido, me lleno de nada.
Ante esta realidad, que puede angustiarnos y paralizarnos como padres, no creo conveniente adoptar medidas prohibitivas del tipo “no hay más salidas”, ya que, como se ha dicho, ellas cumplen un rol evolutivo decisivo y necesario en el adolescente. Nada de malo hay en ser adolescente y querer salir y divertirse. Al contrario. No habría que hacer foco en el afuera, maldiciéndolo, sino que la solución habría que buscarla primero puertas adentro, en casa, en el seno de las familias, donde nace la sociedad.
Desde pequeños, la tarea educativa de una madre y un padre va preparando a sus hijos para las salidas adolescentes. No meter los dedos en el enchufe, no levantar comida del suelo y no hablar con extraños son algunos ejemplos clásicos que van promoviendo en el niño las nociones de cuidado personal y de los demás, de conciencia y alerta ante el peligro, de respeto por los límites, de responsabilidad.
Se trata de formar hijos alertas, inteligentes, auténticos, despiertos, y hacerlo sin subestimarlos, sin desacreditarlos. Creo, entonces, que hay una sola manera de lograrlo: encarnando los valores que queremos transmitir, asumiendo nuestro rol de padres de manera activa, demostrándoles a nuestros hijos en acciones cotidianas que hay otros ideales, que hay otras opciones, además de las que nos venden desde afuera.
Muchas veces, los adolescentes refieren no querer crecer porque no les gusta el mundo de los adultos, porque los mayores perdieron su capacidad de asombrarse, de divertirse, de seguir soñando. Los primeros adultos que pueden tener esa mirada gris y cansada son sus padres. Y, justamente, por eso también son ellos los primeros que pueden revertirla.
Tenemos la gran oportunidad de fortalecer a nuestros adolescentes en el afecto y la confianza, en el conocimiento y la solidaridad, en la elección personal y la creatividad, de manera tal de que, cuando salgan a enfrentarse con el mundo, hayan aprehendido en casa una identidad que les asegure las armas suficientes como para saber defenderse y, por lo tanto, saber divertirse.
Ningún monstruo o enemigo ajeno puede influenciar más que un padre, ni doblegar las enseñanzas positivas vividas junto a los que uno más quiere.
Ha llegado la hora de las “noticias blancas”.
Siguiendo esa línea, difícil pero enormemente gratificante, de trabajo artesanal, seguramente sean muchos menos los que necesiten “llenarse de nada”, de vacío, de alcohol para divertirse. Porque internamente portarán el fuego que los colme de alegría, esa llama de la vida nueva que avivaron en el hogar familiar. 
El licenciado Arturo Clariá - Psicólogo- es miembro de la Fundación Proyecto Padres.


martes, 21 de octubre de 2014


Perdonar...

Que bueno seria incorporar en nosotros, el perdón, viéndolo como un aprendizaje, no un sentimiento. 
Si dejamos que pasen los días y días y no queremos perdonar, porque no podemos olvidar o porque no lo sentimos, dentro nuestro y poco a poco , crecerá una tristeza y desanimo que va a traer consecuencias poco sanas para nuestra vida. 
Olvidar, no se puede, tiene su tiempo pero perdonar, es en el momento y no por el otro, es por mi.
Es mi decisión, después veremos si continuamos con esa relación, de la misma manera, de otra manera o no la continuamos...
Con seguridad  habremos logrado, cuidarnos a nosotros mismos, cuidar a los que nos rodean y ahorrar muchos $ en terapias, miles... 

San Agustín  decía que no querer perdonar de entrada es humano y lógico, continuar sin perdonar es diabólico....

Motivación: El cambio del águila [HD]

VIDEO IMPACTANTE: VEANLO !!! CUANDO NOS ALEJAMOS DE DIOS

Video motivacional: NUNCA TE RINDAS (ORIGINAL)

Tercer Cielo - Creere

Que tenemos adentro...

Que tenemos adentro...

Nuestra actitud en cuanto a la vida , tiene tremenda importancia , mucho antes que los médicos traten con nuestra enfermedad.
Podemos reaccionar de diferentes maneras ,frente a factores de tensión, como por ej.- manejar en horas pico en micro-centro,recibir una mala noticia o estar en medio de una discusión. Ante los mismos factores de tensión, algunas personas, se adaptan bien y experimentan pocos factores nocivos
La ESPERANZA al igual que la FE y el PROPÓSITO en la vida, tienen efectos medicinales y esta no es una declaración  mística ,sino una conclusión probada científicamente. Dr.Mc Millen